Los intentos continuos de usar la extremidad afecta llevaban a consecuencias negativas como pérdida de equilibrio, caídas durante la deambulación o escalada, pérdida de objetivos comestibles y fracaso en cualquier intento de uso de la extremidad afectada. Estos intentos fallidos llevaron a suprimir todo movimiento con esa extremidad y así el mono aprendió a no usarla. Además, en el laboratorio se desenvolvía bastante bien con las otras tres extremidades que no estaban dañadas, por lo que se fortalecía el patrón de comportamiento de no hacer uso de la extremidad afectada. Después de un tiempo, cuando el shock espinal había pasado y la extremidad afectada recuperó su función, el mono había aprendido a no usar esa extremidad aunque pudiera hacerlo.
Esto le llevó a realizar la investigación con humanos que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Cuando las personas que han sufrido un ictus intentan mover la o las partes del cuerpo que han sido afectadas, pueden experimentar fallos y crear frustración. El individuo aprende estrategias para compensar ese movimiento fallido, usando las extremidades menos afectadas, el tronco, o ambas cosas. Las estrategias compensatorias se convierten en hábitos y el individuo no hace el intento de mover la extremidad afectada. De esta forma, la persona ha aprendido a no usar ese miembro afectado.
Estudios previos han confirmado este concepto siendo la base para la "terapia de movimiento inducida por restricción”.
Fuentes:
Fuente de la imagen: imagen creada por Neurorehabsnews.com con fines únicamente ilustrativos
Autores: Andrea Beguiristain Editores: Alba París Alemany, Juan Manuel García Bechler
Para citar este artículo: Beguiristain, A. El fenómeno de “aprendizaje por desuso”. NeuroRehab News 2019 feb; 3 (1): e0046